A más de 25 años del atentado contra las embajadas de Estados Unidos en Tanzania y Kenia

Escrito por Stefany Inquilla, comisionada de Diálogos Humanos del Equipo de Derechos Humanos de la PUCP
El 7 de agosto de 1998, el grupo terrorista Al Qaeda atentó, con explosivos, las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania. A más de 25 años de su suceso, este acontecimiento aún nos deja importantes reflexiones acerca del derecho a la vida, a la integridad y la importancia de la seguridad colectiva.
Una de las primeras actuaciones de Al Qaeda a los ojos internacionales
Aunque se recuerda el atentado contra las torres gemelas, acontecido el 11 de septiembre, como el accionar más trágico de Al Qaeda, este no fue su primer atentado. En efecto, el ataque contra las embajadas dio a conocer a este grupo terrorista y totalitario al mundo. ¿Por qué? Especialmente por los resultados tan trágicos de los ataques: 224 muertos y alrededor de 5 000 heridos, de los cuales la mayoría fueron ciudadanos africanos. Pero no solo ello. De acuerdo con la Prudence Bushnell, entonces embajadora de EEUU en Kenia, los agentes de Al Qaeda “detonaron 450 kilos de explosivos en el estacionamiento trasero de la embajada”. La embajadora precisó también que, solo en Nairobi, 218 personas murieron de forma instantánea, 46 de ellos eran sus colegas.
El derecho a la vida y a integridad física
La gran mayoría de las víctimas trágicas de los ataques fueron personas inocentes: vecinos o transeúntes, principalmente africanos. Todo individuo, independientemente de su nacionalidad, tiene derecho a vivir. Así lo establece la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), en su artículo 3, así como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) en su artículo 6.1. Países como Pakistán, Tanzania y Kenia ratificaron este último pacto en 2010, 1976 y 1972 respectivamente. Cabe resaltar que este derecho no solamente actúa en una dimensión negativa (por ejemplo, no matar de manera arbitraria a las personas), sino incluso en una dimensión positiva (consolidar condiciones aptas para que los ciudadanos no sean víctimas de asesinatos).
Ahora bien, los atentados precipitados no únicamente dejaron muertos, sino alrededor de 5000 heridos, quienes también vieron vulnerado su derecho a la integridad física, establecido en el artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. De acuerdo con Bushnell, “400 quedaron gravemente discapacitadas; 164 sufrieron lesiones óseas y musculares agudas; 38 adultos y niños quedaron ciegos; 15 quedaron totalmente sordos; 75 sufrieron graves problemas de visión; 49 quedaron con discapacidades auditivas”. Además, un acontecimiento de esta naturaleza crea secuelas psicológicas irreparables en las víctimas que sobreviven.
En efecto, debemos procurar tolerancia cero al asesinato indiscriminado de las personas. Los atentados de Al Qaeda, también, nos inspiran a luchar porque las víctimas encuentren justicia, reparaciones oportunas y todos los medios para llevar una vida digna.
Derecho a trabajar en un ambiente seguro
John Lange, entonces embajador de EEUU, declara que “en cuanto a la seguridad, sabíamos que la Embajada de los Estados Unidos en Dar es Salaam tenía vulnerabilidades, incluido un edificio anticuado con un retranqueo de 30 pies”. El conocimiento de las flaquezas del edificio debió ser suficiente alerta para que los representantes estadounidenses gestionen la construcción de una edificación más segura o el reforzamiento de la que existía. Todo esto, para proteger el derecho a trabajar en un ambiente seguro y debido a la especial naturaleza de las Embajadas.
Por eso, declara el embajador, “desde 1998 se han construido muchas embajadas nuevas y mucho más seguras, pero para cualquiera que preste servicio en el exterior es importante estar alerta y no hacer suposiciones sobre la seguridad, sin importar dónde esté destinado”.
La memoria como expresión de lucha
Actualmente, en el lugar de los hechos existe un memorial construido en conmemoración a las víctimas. Además, Estados Unidos ha conmemorado, en 2018 y 2023, el 20° y 25° aniversario de los atentados. La memoria permanece. Y lo hace también el sufrimiento de miles de africanos, quienes son símbolos de paz, reconciliación y lucha contra el terrorismo. Como establece Bushnell, “sus vidas y sus recuerdos forman el propósito de la misión del memorial [construido años después], un lugar en el que tuvo lugar el mal, pero nada más”.
Conclusión
Los sucesos hoy recordados deben permitirnos asumir un compromiso con los derechos humanos y la defensa de los mismos. Recordamos y hacemos memoria para aprender lecciones, y para reparar a las víctimas. Al recordar, nos preparamos para entender que el terrorismo es un medio antidemocrático, totalitario y contrario a los derechos humanos; y que sus acciones no deberían replicarse ni usarse como símbolos que revictimicen a los africanos y estadounidenses más afectados por los ataques.
BIBLIOGRAFÍA
Foreign Service Journal. (julio-agosto de 2023). Atentados a las embajadas en África Oriental, 25 años después: Reflexiones de las embajadoras Prudence Bushnell y John E. Lange. American Foreign Service Association. Recuperado de https://afsa.org/east-africa-embassy-bombings-25-years-later-reflections-ambassadors-prudence-bushnell-and-john-e
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