Maternidad en el Perú de hoy: Ideas, derechos y realidad sobre las madres y el rol que les otorga la sociedad

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Escrito por Marco Antonio Zelaya Castro, miembro de la Comisión de Diálogos Humanos del Equipo de Derechos Humanos

Han pasado casi 100 años desde que se decretó oficialmente que cada segundo domingo de mayo sería el día de las madres en nuestro país. Tanto la realidad jurídica, como económica y social han cambiado mucho a partir de aquel momento, sin embargo, hoy en día aún existen muchos retos por los que las mujeres y madres en nuestra sociedad tienen que pasar para poder lograr acceder a las mismas posibilidades de prosperar que tienen los hombres. En dicho sentido, que haya pensamientos que limitan el rol de las mujeres en los hogares hacia actividades en específico como la cocina, la limpieza, el cuidado de los hijos, es una realidad que no es extraña ni minoritaria en nuestro país. 

Es así que una fecha como el día de la madre debería invocar a que todos pensemos y recordemos no solo el homenajear a nuestras madres o correspondientes figuras maternas en nuestras vidas, sino en considerar cómo ser madre debería ser una decisión, pero que, en muchos casos, debido a las circunstancias dadas en nuestro país, termina siendo un sacrificio de otro tipo de oportunidades o el incremento de dificultad para acceder a estas; lo que termina afectando el principio de igualdad que constitucionalmente rige nuestra sociedad.

En esa línea, en este artículo se buscará ahondar en los derechos que tienen las mujeres y madres en nuestra sociedad, en cuyo respeto se debería pensar no solo en las altas esferas políticas que deciden las políticas públicas, sino también desde las acciones que nosotros realizamos tanto en nuestros hogares como en la sociedad. Así también, se mostrarán algunos datos de la situación real sobre el respeto de estos derechos y las brechas que aún deben ser reducidas.

 

Ser mamá y las ideas sobre dicho concepto en nuestra sociedad:

Ser mujer en este país de por sí implica muchas dificultades debido a las grandes brechas de género y a la gran cantidad de violencia de género que existe en nuestra sociedad. Por consiguiente, el ser madre tiene también una carga dentro de dicha lógica de género que predomina en nuestro país. En dicho sentido, es muy común el ver la diferenciación en los roles que se imponen dentro de los núcleos familiares o los roles que se esperan desde la sociedad. 

Por un lado, se suele tener la imagen de la madre como la persona encargada de cuidar a los hijos, realizar las labores de la casa como cocina, limpieza y orden; mientras que el padre es la figura de autoridad y la persona encargada prioritariamente del sostén económico del hogar con un trabajo arduo. Sin embargo, cuando estos estereotipos son asumidos por las personas se pueden concretizar hasta la imposición de actitudes o formas de conductas deseadas por algunos. Como ejemplo se puede mencionar la idea de que la madre debe estar completamente abocada al cuidado de la familia, que debe ser amable, impasible ante los problemas, entre otras actitudes estrictamente relacionadas a la labor doméstica y de crianza. 

Todas estas ideas provocan que, en vez de empoderar a las madres y la concepción que se tiene sobre su figura, se genere una presión sobre las personas que son madres y expectativas que perjudican la libertad de cada madre y mujer de poder determinar sus proyectos de vida libremente. 

En dicho sentido, Alicia Garrido-Luque, José Álvaro-Estramiana y Ana Rosas-Torres, especialistas en psicología social, señalan que es el hecho de que la concepción de la maternidad aún resida dentro de los estereotipos tradicionales lo que provoca una idea de imprescindibilidad de la presencia de la mujer en el hogar y por ello se critique a las mujeres que deciden trabajar, porque se ve como una renuncia parcial a la labor del cuidado de sus hijos [1].

Por dicha razón es que muchas veces la exclusividad que se busca imponer sobre el rol de madre termina privando a las mujeres de tener oportunidades de desarrollar otros aspectos de su personalidad. En dicho sentido, esto es muy importante de cara a los derechos humanos, porque tal como señala el inciso 1 del artículo 2 de nuestra Constitución Política, todos tenemos derecho a poder desarrollar nuestra personalidad libremente. Por ello, la existencia de estos estereotipos que se imponen sobre las mujeres y madres las afecta y las priva de poder hablar o desarrollar sus propios sueños, sus profesiones, sus preferencias; puesto que, muchas veces hablar de mamá como una persona que lo puede todo, implica una expectativa sobre ella que muchas veces por las mismas dificultades sociales, económicas o personales no puede cumplir.

Como respuesta a ello, es importante resaltar que esto tiene consecuencias reales que afectan la integridad de las personas, tal como el preocupante dato que señaló el INEI como parte de sus estudios de impacto del COVID-19, que 2 de cada 10 madres tienen indicadores de depresión o estrés; mientras que 8 de 10 tienen indicadores de ansiedad [2]. Esto resulta una evidencia de la afectación real que existe sobre las madres cuando se presentan situaciones difíciles en las que hay muchas expectativas sobre ellas, tal como se observó durante la pandemia, cuando los hijos se quedaron en casa con un modelo de educación a distancia. De tal modo, la madre se vio obligada a estar activamente pendiente en la crianza o en muchos casos ocuparse también del sustento económico, dadas las condiciones precarias que se pasó debido a la cuarentena. Ello evidenció las grandes dificultades por las que, muchas veces, pasan las madres y la realidad con la que deben lidiar para poder salir adelante.

 

La decisión de ser mamá y las dificultades 

El INEI ha indicado hace pocos días que el 44% de las madres cuentan con una educación secundaria y tan solo un 10,6% logra obtener una educación universitaria. Asimismo, se revela que el promedio de edad de las madres es aproximadamente 22,6 años [3]. 

También, la Defensoría del Pueblo elaboró una nota relacionada, recalcando la importancia de la educación sexual integral, puesto que, había regiones con índices de hasta 25% de embarazo adolescente y que en muchos casos esto implica una reducción en el acceso a sus derechos como la educación o el vivir en un adecuado entorno familiar [4]. 

Estos informes demuestran que sí existe una correlación entre las dificultades de ser madre, aún más a una temprana edad, y el poder mantener un ritmo de vida acorde a las expectativas personales de cada una. En dicho sentido, en la sociedad cuando una mujer decide ser madre o termina siéndolo, siempre se suele esperar que abandone los estudios o trabajo por un largo plazo, en tanto que, se considera que la crianza es una labor a la que se debe dedicar la mujer a tiempo completo. O así también en muchos casos, muchas mujeres que son madres incidentalmente se les juzga por ser descuidadas, por haber echado a perder su futuro y en ese sentido se consideran excluyentes a la maternidad y la idea de una mujer desarrollándose en otros campos. 

Esta concepción excluyente es una  idea muy impregnada en nuestro sistema patriarcal, ya que, tal como señalan Karla Barrantes y María Fernanda Cubero, en la época en la que se masificó el trabajo durante la revolución industrial se expuso muy claramente que se buscaba excluir a las mujeres del trabajo. Puesto que, no solo les otorgaban una remuneración significativamente menor, sino que se llegó a difundir ideas que buscaban relacionar el trabajo con mayores riesgos de infertilidad, razones por las que una mujer no debía trabajar [5].  Ello demuestra que en la sociedad, desde hace mucho tiempo, a partir de las perspectivas patriarcales dominantes se buscó usar la maternidad no como una forma de reconocer el trabajo de las mujeres sino para tratar de excluirlas de este y limitarlas hacia un determinado sector de labores.

De tal modo, se hace manifiesto que la existencia de estas barreras no se da únicamente en el ámbito legal, en tanto que, en nuestro país, en los últimos años hemos visto la creación de nuevas leyes en defensa de los derechos de las mujeres embarazadas y las madres en etapa temprana, sino que también se hace presente en reglas de conducta determinadas por la sociedad. Tal como señalan Consuelo Paterna y Carmen Martinez, la internalización de las concepciones que se tienen sobre la maternidad ha servido para perpetuar el círculo vicioso de la desigualdad de género, por ello se ha buscado redefinir dicho ideal y ofrecer nuevos datos sobre cómo el trabajo remunerado puede satisfacer las necesidades psicológicas y sociales, además de las económicas, de las mujeres e incluso que la satisfacción laboral conlleva una importante parte de realización y desarrollo personal [6]. 

Ello demuestra que este tipo de desigualdades se ha internalizado profundamente, muchas veces hasta en las mujeres que pueden llegar a educar a sus hijas con la firme convicción de que ser madres es el único camino para sus vidas, porque a su vez tuvieron que aceptar dicha opción ya sea por mandato de una persona en su entorno o por la limitación de oportunidades que existe en nuestra sociedad. Ello evidentemente tampoco excluye que parte importante de la lucha contra la desigualdad es conciliar la maternidad con la aceptación de las otras cualidades y capacidades de las mujeres tanto si esta decide ser madre o no.

 

Conclusiones:

En conclusión, ser mujer y ser mamá en nuestra sociedad es aún un camino lleno de muchas dificultades que son impuestas tanto por las legislaciones, pero más aún por las presiones sociales existentes en los miembros de nuestra sociedad. Es importante por ello, pensar en nuestras madres no solo en el rol tradicional que se le asigna a la maternidad, sino pensar en nuestras madres más allá de estos roles, en sus dimensiones laborales, académicas, artísticas y considerar que también tienen derecho a desarrollar estos aspectos de sus vidas. 

Y resulta significativo que estos cambios de actitud parta de los miembros de la sociedad en general, puesto que, los datos demuestran la existencia de estas brechas de género en los campos laborales y académicos pese a la creación de leyes que están orientadas a la protección o fomento de los derechos de las mujeres embarazadas o de las madres con recién nacidos. Por ello, nunca dejará de ser importante el celebrar el amor por mamá o la figura materna con la que uno haya vivido, porque es cierto que la maternidad tampoco es negativa, pero es importante garantizar que esta sea una opción y que no excluya otros aspectos de la vida de las mujeres. 

 

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Alicia Garrido-Luque, José Luis Álvaro-Estramiana, Ana Raquel Rosas-Torres (2018) Estereotipos de género, maternidad y empleo: un análisis psicosociológico.
  2. INEI (2023) El difícil reto de ser mujer y madre en el Perú. Extraído de: https://www.infobae.com/america/opinion/2023/03/08/el-dificil-reto-de-ser-mujer-y-madre-en-el-peru/
  3. El Peruano (2023) INEI: más de 8 millones 800 mil madres conmemorarán su día en el Perú este domingo. Extraído de: https://elperuano.pe/noticia/212631-inei-mas-de-8-millones-800-mil-madres-conmemoraran-su-dia-en-el-peru-este-domingo
  4. Defensoría del Pueblo (2022) Defensoría del Pueblo: situación actual de embarazo en adolescentes exige un mayor acceso a salud sexual y reproductiva y educación sexual integral. Extraído de: https://www.defensoria.gob.pe/defensoria-del-pueblo-situacion-actual-de-embarazo-en-adolescentes-exige-un-mayor-acceso-a-salud-sexual-y-reproductiva-y-educacion-sexual-integral/
  5. Karla Barrantes, María Fernanda Cubero (2014) La Maternidad como un constructo social determinante en el rol de la feminidad. Extraído de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4942668
  6. Carmen Martínez, Consuelo Paterna (2002) Tradicionalismo de los roles maternales y la relevancia del trabajo. Extraído de: https://journals.copmadrid.org/pi/archivos/81224.pdf

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