
Cuando el poder transgrede la memoria: Críticas sobre el cierre del LUM y la destitución de Manuel Burga

Escrito por Stefany Inquilla, comisionada de Diálogos Humanos de Equipo de Derechos Humanos de la PUCP, Saraí Taipe, comisionada de Impulsa DH del Equipo de Derechos Humanos de la PUCP y Max Trejo, miembro de Lucha PUCP
La identidad, la cultura, la memoria, en especial esta última, permanece muchas veces frágil a nivel histórico. Si bien la bibliografía deja entrever partes importantes, no puede negarse el sesgo a nivel de perspectiva de quién escribió esta historia ¿Qué pasa con lo no escrito? ¿Con lo no mostrado? ¿Con una historia que trata de disimular la incompetencia de un gobierno mientras enaltece y niega sus propios delitos? Termina con generaciones tras el paso del tiempo, olvidando qué le contaron sus padres, con víctimas que no recibieron justicia, con una máscara política falsa y un pueblo insatisfecho.
Este artículo está especialmente dedicado al LUM (Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social), el cual fue inaugurado en 2015 en la ciudad de Lima, distrito de Miraflores. Además, fue concebido como un espacio que ofrece actividades culturales, de aprendizaje, investigación y conmemoración en torno a la violencia vivida en el Perú entre 1980 y 2000, en el Conflicto Armado Interno (CAI).
Capítulo I: La memoria como campo de batalla
Debido a la aceleración de la contemporaneidad es común que se vea a partes de la historia y lugares que tratan de representarlos como situaciones lejanas (Nora, 2013, p. 2). En este sentido, los museos y lugares conmemorativos reivindican el hecho de que no es una realidad lejana a la nuestra. Debido a la magnitud del conflicto armado y la llegada que tuvo, se da la necesidad de difusión a partir de la idea de que estos lugares nos invitan a conectar el pasado con el presente, recordándonos que la historia sigue influyendo en nuestras realidades actuales. La finalidad del LUM como agente de fortalecimiento democrático es conservar la memoria colectiva para fomentar un sentido de responsabilidad social y conectar con las víctimas. Ofrece educación y conciencia al sensibilizar a nuevas generaciones. Reivindica derechos humanos, promueve la justicia y la reparación simbólica. Y, sobre todo, es un reflejo del presente, muestra cómo siguen vigentes los problemas de injusticia y desigualdad. El hecho de que se tomen medidas como cambiar información ya estudiada, se hagan comentarios de políticos a favor de su cierre debido a que lo vean como un espacio de adoctrinamiento o destituyan al director por razones aparentemente inválidas, es solo una muestra más de que la democracia flaquea enormemente y da indicios de la privación de información característico de una dictadura.
A través de la exposición de testimonios, prendas, cartas y fotos, los museos le dan vida a cada cifra de estadísticas que estudiamos cotidianamente, pero que suelen pasar desapercibidas. De acuerdo con Rozas (2017) los museos de la memoria, “surgen como un espacio necesario para una reparación simbólica e integral a las víctimas, para resignificar el dolor y la violencia” (p. 154). De modo que, no solo recopilan archivos, datos y objetos históricos, sino reconstruyen el pasado en reconocimiento de sus protagonistas y su dolor. Esto, con el objetivo de resarcir el daño irreversible que se ha ocasionado y fomentar la resiliencia. Por eso, además de Perú, países como Alemania, Colombia, Chile, tienen esta clase de museos. Por ejemplo, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación en Bogotá señala, entre sus funciones, que “dispone de escenarios, herramientas y capacidades dentro del CMPR y en el territorio de la ciudad-región, a favor de las víctimas”.
El reconocimiento a las víctimas no implica solo visibilización, sino además un reconocimiento sostenido en veracidad histórica; en particular el Lugar de la Memoria y Reconciliación en el Perú se plantea, como uno de sus lineamientos, “reconocer las afectaciones generadas por la violencia y coordinar con las víctimas actividades que afirmen su dignidad, ciudadanía y derecho”. El trabajo de lucha contra el negacionismo sobre la gravedad de la violencia, la distorsión de narrativas o criminalización de las víctimas debe ser tomado con seriedad; de lo contrario, no solo se estaría distorsionando irresponsablemente la historia, sino se estaría revictimizando a los afectados.
Por otro lado, los lugares de la memoria tienen un rol en la no repetición de la violencia. De hecho, “se debe pensar un museo como un espacio de intercambio, de dinámica dialogante de la memoria que debe ir más allá de los discursos moralizantes, como una garantía de la no repetición de la violencia asociada al disenso político (Sánchez, 2014 citado en Rozas, 2017). La visibilización de las causas, consecuencia y profundidad de las acciones violentas puede prevenir que estas se repliquen en el presente o futuro. ¿Cómo? Por un lado, fortalecen el diálogo sobre los hechos históricos, así como su incidencia en espacios académicos en todos los niveles educativos. Por otro lado, promueven el interés y activismo alrededor de la protección de derechos humanos. Así mismo, contribuyen a la preservación de la memoria y demuestran las consecuencias del rechazo a la democracia y/o la asunción de la violencia. De modo que, con la construcción de un lugar de la memoria, los Estados se comprometen a dirigir sus políticas garantizando la no repetición, reconciliación, tolerancia y paz.
Ahora bien, los lugares de la memoria permiten, a través del posicionamiento en contra de la violencia, dictadura y totalitarismo, el fortalecimiento de la democracia. De hecho, de acuerdo con Jalil (2008), las reglas y principios de la sociedad democrática, como el respeto al individuo y a su libertad, el diálogo, la tolerancia, el trabajo en equipo y la solidaridad, son la base para la superación de injusticias y desigualdades (p. 122-127). Dichos valores democráticos se ejercitan cuando se promueve el mantenimiento de la memoria, así como cuando se busca visibilizar la voz de las víctimas de la violencia.
En la misma línea, el rechazo a la violencia, el cual se lleva a cabo a través de exposiciones históricas, permite que valores como el respeto de la dignidad humana se asienten con fuerza y durabilidad en la consciencia colectiva. El mencionado fortalecimiento democrático se relaciona con la no repetición de hechos socialmente traumáticos, pues “si quisiéramos sacar lecciones de otras experiencias traumáticas, la primera debería ser que el mejor antídoto contra la violencia en el largo plazo es la profundización de la democracia y la justicia” (Böll, 2010, p. 57). En efecto, un país solo se puede denominar a sí mismo es democrático si se encarga de promover una memoria histórica que respete la verdad y la justicia.
Capítulo II: El LUM y la fragilidad de la memoria incómoda
El Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social (LUM)
En mayo del 2008, durante la visita de la ministra de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania en el marco de la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, el gobierno alemán ofreció una donación destinada a la construcción de un espacio para la conmemoración y la dignificación de las víctimas del periodo de violencia que atravesó el Perú durante los años 1980 – 2000. Sin embargo, el gobierno peruano optó por rechazar esta donación argumentando que la iniciativa no se alineaba con sus prioridades políticas, ya que se prefería destinar dichos fondos directamente a la reparación de las víctimas. Fue durante el segundo Gobierno de Alan García que el Perú aceptó la donación y mediante la Resolución Suprema N° 059 – 2009 – PCM, se impulsó la creación de una Comisión de Alto Nivel (CAN) presidida por Mario Vargas Llosa, que tenía por objetivo organizar, supervisar y gestionar la concretización del proyecto. Tras un largo proceso de planificación y ejecución, el Lugar de la Memoria (LUM) fue inaugurado el 17 de diciembre de 2015 durante el gobierno del Presidente Ollanta Humala Tasso siendo el primer director del LUM Owan Lay González.
Desde su inauguración, el Lugar de la Memoria ha buscado mostrar la historia de las víctimas del periodo de violencia, cuyas voces fueron silenciadas. Además, nos muestra la vulneración sistematizada de los derechos humanos que fue perpetrada tanto por las Fuerzas Armadas del Perú y la Policía Nacional como por los grupos subversivos (Sendero Luminoso liderado por Abimael Guzmán y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru – MRTA), estos últimos considerados como los principales perpetradores de la violencia contra la población. También, se brinda reconocimiento a los ciudadanos, organizaciones sociales, comités de autodefensa, las rondas campesinas entre otros que contribuyeron con el cese del periodo de violencia.
Debates entorno al LUM
La construcción del Lugar de la Memoria (LUM) surgió en un contexto de profunda polarización en la sociedad peruana, marcada por las heridas que dejó el periodo de violencia que atravesó el Perú. Se generaron divisiones entre aquellos que consideraban que era necesario recordar para poder sanar y quienes preferían olvidar este periodo de violencia. Esta polarización se reflejó en intensos debates en torno a la construcción de un lugar de la memoria.
Por un lado, entre los argumentos a favor, se consideraba que el museo ayudaría a la reconciliación del país con su violento pasado. Rechazaban el silencio porque no permitiría que la sociedad lograra sanar colectivamente. Otro argumento proponía que reconocer lo vivido permitiría compartir la tragedia por la que atravesamos, lo que nos llevaría al camino de la reconciliación. Otros sostenían que la construcción del museo sería un espacio de reflexión, una forma de materializar el derecho de las víctimas a permanecer en la memoria de la sociedad.
Por otro lado, entre los argumentos en contra se señalaba que la construcción de un lugar de la memoria solo buscaba desprestigiar la labor heroica que realizaron las Fuerzas Armadas al combatir los grupos subversivos. Otros consideraban que el Lugar de la Memoria era un espacio para honrar a los integrantes de los grupos subversivos o que se debería fomentar el olvido para superar el dolor porque la sociedad no quería recordar el sufrimiento que había atravesado.
Más allá de las divisiones en torno a la construcción del Lugar de la Memoria, su existencia refleja la necesidad de abrir espacios de diálogo y reflexión que permita comprender el pasado desde una perspectiva inclusiva, reconociendo el sufrimiento de las víctimas y promoviendo una reconciliación basada en la verdad y el respeto a los derechos humanos.
El rol del LUM en la sociedad peruana
El Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión social tiene un rol muy importante dentro de la sociedad peruana, pues es el espacio que permite que las nuevas generaciones puedan conectar con los acontecimientos que se suscitaron durante el periodo de violencia que atravesamos entre los años 1980 y 2000. Es un espacio de concientización y sensibilización para que podamos comprender las consecuencias de la violencia desmesurada y la importancia de defender nuestros derechos humanos. El objetivo del LUM es contribuir a promover un juicio crítico y objetivo sobre los discursos de odio, rechazo y transgresión que vulneran la integridad de la persona. Además, busca que las personas puedan reflexionar y dialogar sobre los acontecimientos del periodo de violencia que afrontamos socialmente. Todo ello, se realiza mediante cinco lineamientos importantes. El primero es la historia y memorias del periodo de violencia transcurrido durante los años 1980 – 2000. El segundo, aprendizaje y reflexión sobre la historia y las memorias. El tercero, construyendo memorias y saberes. El cuarto, memorias para la vida y dignidad; y el quinto, las memorias entrelazadas.
Entre las actividades que ofrece el LUM se encuentran las visitas guiadas dirigidas al público en general para que puedan explorar las exposiciones y reflexionar sobre la memoria colectiva de nuestro país. Asimismo, el LUM tiene visitas educativas guiadas que son ofrecidas a las instituciones educativas, colegios, institutos y universidades. Entre los servicios abiertos al público se encuentran las exposiciones permanentes en las que se encuentran la visita general, visita con enfoque de interculturalidad, visita con enfoque de equidad de género y visita con enfoque de democracia y ciudadanía. Además, se ofrecen cursos y talleres que tienen como objetivo fomentar un espacio formativo para la ciudadanía pueda desarrollar estrategias para la reflexión y el aprendizaje sobre este periodo de violencia. Pero también, mediante los cursos y talleres, se busca abordar temas vinculados a la protección de las poblaciones vulnerables y la promoción de los derechos humanos. Entre los principales cursos que se han ofrecido se encuentran, “El Periodo de Violencia 1980 – 200 desde un Enfoque de la Salud Mental” dictado en el año 2018, el taller “Cuerpo Silenciado”, el curso “¿Los hombres no lloran? Nuevas formas de entender lo masculino y lo femenino, entre otros.
Estos esfuerzos no solo permiten comprender el pasado, sino también fortalecer el compromiso de los jóvenes con la construcción de una sociedad más justa y pacífica. Así, el LUM no solo recuerda lo que ocurrió, sino que se convierte en un espacio activo de aprendizaje y reflexión para las futuras generaciones.
Capítulo III: Narrativas en disputa: ¿Quién cuenta la historia?
Actores en juego
La clausura del LUM por parte de la Municipalidad de Miraflores originó que los familiares de las víctimas del Conflicto Armado Interno expresaran su rotunda disconformidad hacia lo que fue considerado un silenciamiento con motivaciones políticas. Lo anterior se debe a que Rafel Lopez Aliaga, quien ha demostrado estar en contra de la existencia del Lugar de la Memoria, la Tolerancia e Inclusión social. En sus palabras, este lugar no permite “ni la memoria, ni la reconciliación”. Así mismo, pidió al alcalde de Miraflores, Carlos Canales Anchorena coordinar con diferentes instancias para que el mencionado museo sea dirigido por las fuerzas armadas (El Búho, 2023). Las declaraciones de Lopez Aliaga fueron celebradas por un grupo significativo de usuarios en las redes sociales, quienes se mostraron a favor de modificar la manera en la que se ha venido administrando el LUM. Ante las diferentes manifestaciones que se originaron como resultado del cierre de LUM, miembros como el grupo “La Resistencia Dios, Patria y Familia”, asociación civil de extrema derecha relacionada con partidos políticos como Fuerza Popular y Renovación Popular, se enfrentaron a manifestantes que protestaban en contra de las decisiones de la Municipalidad de Miraflores
En adición, Gisela Ortiz, defensora de los derechos humanos y familiar afectada por el Caso Cantuta, señaló que actitudes como el cierre del LUM constituyen atropellos a derechos, pues les impide recordar y conmemorar a sus seres queridos (El Búho, 2023). En el mismo espacio, Marina Navarro, Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional, destacó la importancia del LUM para el fomento del diálogo, la tolerancia, la inclusión social y la defensa de los derechos humanos (El Búho, 2023). Así mismo, Manuel Burga, entonces director del LUM señaló, al respecto, que este “cierre de puertas” era un acto ilegal y abusivo con la institución.
Recientemente, en enero del 2025, el gobierno de Dina Boluarte destituyó a Manuel Burga y nombró a Jamer Chávez Anticona en su lugar. Lo alarmante, como señala Ezerskii (2025), es que “Burga fue informado de su despido sin recibir mayores explicaciones sobre los motivos detrás de la decisión”. Así, como señala el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP), está claro que, a través de acciones como la destitución de Burga, pone en relieve intenciones políticas e infringe los procedimientos institucionales. El movimiento, aparentemente arbitrario, del Estado Peruano ha sido tratado superficialmente por los medios de comunicación tradicionales. Por lo tanto, los usuarios interesados tuvieron que recurrir a la información existente en redes sociales para comprender la situación; en adición, ante la censura y desinformación, el periodismo independiente ha jugado un papel elemental para el esclarecimiento de los hechos.
Memoria vs. olvido
La negación y tergiversación de la historia representan riesgos graves para la cohesión social y la democracia, especialmente en sociedades afectadas por conflictos armados y violaciones de derechos humanos. Estos fenómenos pueden deslegitimar las experiencias de las víctimas, fomentar narrativas unilaterales que justifican abusos, erosionar la confianza en las instituciones democráticas y aumentar la polarización social. Además, pueden fragmentar la identidad colectiva al excluir a ciertas comunidades de la narrativa oficial. El mostrar una sola perspectiva es demostrar una experiencia elitista, banalizar la historia y el pasado marca el inicio de una sociedad rota y un círculo vicioso que clama por justicia, reparación y memoria.
Presente y futuro
Las narrativas dominantes tienen un papel crucial en la estructuración y consolidación de las políticas públicas. En el Perú, en los últimos años se han impulsado los discursos de odio asociados especialmente a las personas que expresan sus opiniones críticas sobre las políticas del gobierno o defienden los derechos humanos. Un claro ejemplo es el uso del “terruqueo” que ha sido impulsado por las instituciones gubernamentales como estrategia para deslegitimar las protestas sociales que surgen en su contra con el objetivo de justificar la represión violenta por parte del Estado. Los discursos de odio han reforzado la estigmatización a diversos sectores de la sociedad, sobre todo a las poblaciones vulnerables quienes son las que requieren mayor protección por parte del gobierno. De ese modo, desde el gobierno se impulsan políticas que, en vez de reforzar los principios democráticos dentro de nuestra sociedad, debilitan la confianza de la población en las políticas de gobierno.
Conclusión
La sociedad peruana necesita su memoria, pero no una modificada y trastocada por intereses o posiciones políticas, sino una que obedezca a la verdad y respete el dolor de las víctimas. El Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social es un espacio que nos ha permitido explorar nuestra historia para no olvidarla. En la medida en la que se le da visibilidad a los testimonios de las víctimas, se construye una narrativa que debe estar en búsqueda constante de veracidad y justicia. El cierre del LUM y la destitución de su director no solo son decisiones arbitrarias en contra de la institucionalidad democrática, sino también afectaciones a la tolerancia, la reconciliación y la memoria histórica.
Este artículo abordó la importancia de preservar la memoria histórica de manera imparcial y veraz, sosteniendo que las afectaciones de índole político que ha venido sufriendo el Lugar de la Memoria en el Perú son inaceptables. En el capítulo 1, se explica que los museos y lugares de la memoria contribuyen al fortalecimiento de la democracia, y juegan un rol esencial para el reconocimiento y resarcimiento simbólico de las víctimas. El capítulo 2 presentó al LUM como un espacio construido para concientizar y no olvidar los terribles acontecimientos suscitados durante el Conflicto Armado Interno (1980-2000). Así mismo, reconoció la importancia de las exposiciones y actividades gratuitas del LUM para la construcción de una narrativa que impulsa la reconciliación. El capítulo 3 ilustra de qué manera intervienen las instituciones y actores políticos en la toma de decisiones con respecto a la memoria, la creación de un enfrentamiento entre quienes defienden este lugar y quienes velan por un cambio sujeto a decisiones políticas más conservadoras. La destitución Burga como un acontecimiento que reivindica el sentir de la falta de democracia, los riesgos en contra de los derechos humanos al olvidar nuestra historia, el peyorativo que se le atribuye en el presente a la palabra “terruqueo” y la incertidumbre futura de la exclusión social.
Bibliografía
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