Wiñaypacha: Un retrato de la realidad de las personas mayores que esperan en el olvido
Gabriela Tenorio Mucha - - 0 214 ViewsEscrito por Gabriela Tenorio, comisionada de Diálogos Humanos del Equipo de Derechos Humanos de la PUCP.
La soledad de los adultos mayores, a menudo invisibilizada, constituye una de las realidades más dolorosas y frecuentes en muchas sociedades, incluida la nuestra. Relegada y frecuentemente olvidada, la Población de Adultos Mayores (en adelante “PAM”) enfrentan un aislamiento profundo y abandono persistente. Esta exclusión, que parece no tener fin, se retrata en la película Wiñaypacha de Óscar Catacora, que narra la vida de una pareja de ancianos que, en la inmensidad de los Andes, enfrentan la soledad y la indiferencia del Estado. A través de su rutina diaria, los protagonistas encarnan la cruda realidad que afecta a muchas personas mayores en nuestro país y el mundo.
Wiñaypacha retrata el abandono desde una perspectiva profundamente íntima: la ausencia de un familiar activo, el hijo, Antutu, cuya falta de presencia física se convierte en una de las manifestaciones más dolorosas del desamparo. En uno de los diálogos más fundamentales de la película Willka le dice a Phaxsi “Si nuestro hijo Antuku estuviera aquí, nos ayudaría […] Ojalá algún viento pueda traerlo de regreso a casa”. Este fragmento representa la ruptura de los lazos familiares, un fenómeno cada vez más común en el contexto de la migración interna en busca de mejores oportunidades económicas, dejando a los ancianos solos y desprotegidos en la fragilidad de su avanzada edad. Este abandono familiar se convierte, en la película, en un microcosmos del abandono estatal, creando un vacío que se refleja en la precariedad de su vida diaria.
En el Perú, la invisibilidad de los adultos mayores es una problemática que se agudiza con el paso del tiempo. Según datos del INEI (2024), los adultos mayores representan el 13.9% de la población del país. Si bien la familia ha sido el núcleo tradicional de apoyo para los mayores, las transformaciones sociales y económicas han dejado a muchos al margen, sin redes de apoyo suficientes y con un sistema de salud y servicios públicos que no siempre cubren sus necesidades. Sin embargo, esta situación se agrava aún más para los adultos mayores que viven en zonas rurales y altoandinas donde las brechas de acceso a servicios básicos, atención médica y oportunidades de desarrollo son aún más pronunciadas.
En Wiñaypacha, el distanciamiento de las zonas urbanas se refleja en la vida de los protagonistas, marcada por un aislamiento profundo y la esperanza del regreso de su único hijo. La obra expone cómo las dinámicas sociales y económicas actuales generan abandono y exclusión, vulnerando derechos fundamentales, como el derecho a una vida digna, especialmente en personas mayores de contextos rurales afectados por la migración y la desigualdad.
Acorde al Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi (2023), si bien se identifica correctamente factores de riesgo como el abandono familiar, la exclusión social y la precariedad económica, su análisis omite un elemento crucial: el contexto geográfico y socioeconómico que agrava estos problemas en zonas rurales y marginadas. En estas áreas, las barreras para acceder a servicios básicos, atención médica y redes de apoyo son significativamente mayores, dejando a los adultos mayores en una situación de aislamiento extremo, enfrentando estas dificultades sin respaldo alguno.
Cabe destacar que la soledad de Willka y Phaxsi no solo es física, es un profundo aislamiento que se manifiesta desde muchas vertientes: la falta de contacto humano, la ausencia de compañía, en la ausencia de diálogo más allá de las tareas cotidianas y sobre todo el silencio. Esta soledad, exacerbada por su situación geográfica y la falta de apoyo social, se manifiesta como una ausencia de esperanza, reflejada en un silencio que enfatiza la falta de reconocimiento y la invisibilidad de sus vidas y necesidades. Wiñaypacha representa la realidad de que la vejez en el contexto rural peruano a menudo significa la pérdida gradual de la dignidad, la autonomía y los lazos familiares.
Esta dura verdad se hace palpable en la vida diaria de Willka y Phaxsi, dos ancianos de más de ochenta años, que viven aislados en las alturas de los Andes, a más de 5,000 m.s.n.m., en una pequeña casa de adobe y techo de paja que apenas resiste al paso del tiempo. Su hogar carece de los servicios básicos que muchos dan por sentados: no tienen agua potable, electricidad ni desagüe, y el gas para cocinar es un lujo inexistente en su realidad. La distancia los separa no solo de las ciudades, sino también de la asistencia médica y de cualquier contacto humano que pueda socorrerlos.
En medio de esta precariedad, Willka y Phaxsi siembran, cultivan, cosechan y procesan sus propios alimentos. Sus animales, fuente de carne y lana, son su compañía y su recurso más preciado. Cada necesidad recae exclusivamente en ellos. Willka, con el cuerpo cansado por los años, camina largos kilómetros para recoger ichu y reforzar el deteriorado techo de su casa. Cada tarea, por pequeña que parezca, requiere un esfuerzo titánico. Continúan hilando, tejiendo ponchos, cuidando de su ganado y encontrando motivos para celebrar sus festividades, manteniendo vivas las tradiciones que los conectan con su identidad y su historia.
El Informe de la Situación de la Población Adulta Mayor (2024), revela la profunda situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los adultos mayores en las zonas rurales y altoandinas. En estas áreas, el 25.1% de los hogares encabezados por adultos mayores no tiene acceso a agua por red pública, lo que los obliga a recurrir a fuentes inseguras y precarias para cubrir una necesidad tan básica como beber, cocinar o mantener una higiene mínima. Sólo el 26.6% cuenta con desagüe por red pública, mientras que un alarmante 17.4% debe eliminar las excretas a través de silos o pozos ciegos, exponiéndose a riesgos de enfermedades infecciosas y contaminación del suelo.
A pesar de que el 87% tiene acceso a energía eléctrica, este porcentaje oculta desigualdades en calidad y cobertura, pues muchas veces el servicio es intermitente o insuficiente para satisfacer sus necesidades. Solo el 7.3% de los hogares emplea gas para cocinar, una cifra que refleja el enorme rezago en infraestructura y acceso a tecnologías. Esto obliga a la mayoría de los adultos mayores a cocinar con leña o carbón, prácticas que no solo representan riesgos para su salud respiratoria, sino que también intensifican la carga física que deben soportar, especialmente en edades avanzadas. Esta es la realidad cotidiana de miles de personas mayores que, tras una vida de trabajo en el campo, atraviesan su vejez en condiciones de precariedad extrema, sin acceso a servicios básicos ni un sistema de protección que asegure su bienestar.
Phaxsi conserva como único recuerdo tangible de su hijo Antuku una vieja chompa desgastada que ella tejió con lana de oveja. En sueños, Phaxsi enfrenta lo que teme admitir: su hijo se ha distanciado de ellos. Para ella y Willka, las “ciudades grandes” han transformado a Antuku en un extraño. Ambos claman al viento que lo regrese, preguntándose qué error pudieron haber cometido para que su hijo los olvidara. Sin embargo, la realidad es clara: Antuku se fue hace tiempo, llevándose con él la esperanza de contar con su apoyo en la vejez
La migración interna, impulsada por la promesa de un “futuro mejor” en los centros urbanos, ha despojado los lazos familiares y de cuidado. En busca de mejores oportunidades, muchos jóvenes abandonan las zonas rurales con la esperanza de encontrar más recursos, una educación de mayor calidad y una mejor calidad de vida. Según el informe de Migraciones Internas en el Perú, elaborado por el INEI (2015), son estas las provincias grandemente aprovisionadoras de migrantes. Las personas se desplazan hacia áreas con más oportunidades, dejando atrás a los adultos mayores, quienes enfrentan soledad, enfermedades y precariedad económica. Este abandono contrasta con las soluciones propuestas por expertos como Salirrosas (2023), que son prácticamente inalcanzables en las zonas rurales
Por un lado, para soportar el inclemente frío de las alturas, Willka y Phaxsi trabajan a la luz de un mechero, confeccionando una frazada de lana de oveja. Willka le pide a Phaxsi que le haga un nuevo poncho, pero ella le responde que sus ojos ya no ven con claridad y que sus manos ya no tienen la fuerza de antes, por lo que solo podrá terminar la frazada. Las tareas cotidianas ahora requieren un esfuerzo mucho mayor.
Por otro lado, para alimentarse, deben ventear los granos de quinua, separando el grano de las pequeñas impurezas. Willka se queja del dolor que recorre su cuerpo y le dice a Phaxsi que la chacra ya no es para ellos, que el trabajo en el campo es para los jóvenes, y que, a su edad, ya no sirven para nada. Pero, ¿Qué otra opción tienen? Si no trabajan, no tienen que comer. Sin embargo, en algún momento, sus cuerpos ya no podrán seguir el ritmo y no podrán valerse por sí mismos, no por falta de voluntad, sino porque el esfuerzo físico les resulta insostenible.
Un día, al quedarse sin fósforos para encender el fogón, Willka debe caminar kilómetros hasta el pueblo más cercano, pero el agotamiento y la enfermedad lo vencen en el camino. Phaxsi, con gran esfuerzo, lo trae de vuelta, solo para descubrir que su ganado, al que llaman sus hijos, ha sido devorado por un zorro. Sin más recursos, Phaxsi sacrifica su querida llama para alimentarse a sí misma y a Willka. A pesar de este sacrificio, la salud de Willka sigue empeorando y finalmente muere. Phaxsi, despojada de todo lo que conoció, recoge sus escasas pertenencias y la chompa de su hijo como único recuerdo, deja lo que fue su hogar. ¿Qué le depara el futuro? Nadie lo sabe.
La situación que enfrentan Willka y Phaxsi no es un caso aislado, sino una realidad compartida por miles de adultos mayores en las zonas rurales y altoandinas del Perú. El abandono de los adultos mayores no solo se expresa en la falta de apoyo económico, sino también en la indiferencia social. Esta realidad expone una crítica profunda: a pesar de ser una parte esencial de la comunidad, los adultos mayores en las zonas rurales son una población invisibilizada, hacen muchos esfuerzos por mantenerse a flote y sienten progresivamente cómo sus cuerpos y fuerzas se agotan. Miles de personas como Willka y Phaxsi, cuyas vidas reflejan la misma soledad y abandono mostrados en Wiñaypacha, esperan ser reconocidas, protegidas y valoradas, y su realidad constituye una urgente de atención para una sociedad.
Referencias:
Instituto Nacional de Estadística e Informática (2015). Migraciones Internas en el Perú. Instituto Nacional de Estadística e Informática.
https://peru.iom.int/sites/g/files/tmzbdl951/files/Documentos/Migraciones_Internas.pdf
Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi. (2023, 25 de agosto). La soledad agudiza el desarrollo de la demencia y depresión en los adultos mayores. Gobierno del Perú.
Instituto Nacional de Estadística e Informática (2024, 25 de agosto). Este 26 de agosto más de 4 millones 747 mil adultos mayores conmemoran su día. Gobierno del Perú.
Instituto Nacional de Estadística e Informática (2024, 3 de septiembre). Situación de la Población Adulta Mayor. Instituto Nacional de Estadística e Informática.
Yucra, Y., Aragón, W., Palomino, D. (2022). Filmic discourse and sociocultural dimension in the film Wiñaypacha. VISUAL REVIEW. International Visual Culture Review Revista Internacional De Cultura Visual, 11(4), 1–29.
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